La mayoría de estas infecciones están provocadas
por bacterias. El tracto urinario está compuesto por los riñones, los uréteres,
la vejiga urinaria y la uretra, y cada una de estas partes desempeña una
función específica en el proceso de eliminación de los productos de desecho
líquidos del cuerpo. Los riñones filtran la sangre y producen la orina; los
uréteres llevan la orina de los riñones a la vejiga; y la vejiga almacena la
orina hasta que es eliminada del cuerpo a través de la uretra.
La infección puede afectar a cualquier parte del
tracto urinario, aunque la parte baja -compuesta por la uretra y la vejiga-
suele ser la más afectada. Entonces la infección se denomina cistitis. Cuando
la infección se extiende hacia partes más altas del tracto urinario,
ascendiendo por los uréteres hasta los riñones, se denomina pielonefritis
y generalmente es más grave.
Las infecciones del tracto urinario son mucho más
frecuentes en las niñas que en los niños, sobre todo durante la etapa en que
están aprendiendo a usar el váter, porque en las niñas la uretra es más corta y
está más cerca del ano. Los niños menores de 1 año no circuncidados (es decir,
a quienes no se les ha extirpado el prepucio del pene) también tienen un riesgo
ligeramente más alto de desarrollar este tipo de infecciones. Otros factores de
riesgo que incrementan las probabilidades de que un niño desarrolle este tipo
de infecciones incluyen:
- una anomalía en la estructura o función del tracto urinario (por ejemplo, una malformación renal o una obstrucción en algún punto de las vías urinarias)
- un reflujo anómalo de la orina, que fluye hacia atrás de la vejiga a los uréteres. Este trastorno, denominado reflujo vesicoureteral, está presente desde el nacimiento y lo padecen entre el 30% y el 50% de los niños con infecciones del tracto urinario.
- hábitos higiénicos y de uso del váter inadecuados
- el uso de baños de burbujas o jabones que irritan la uretra.
Las infecciones del tracto urinario son fáciles de
tratar, pero es importante diagnosticarlas pronto. Una infección no
diagnosticada o no tratada puede provocar lesiones renales, sobre todo en niños
de menos de 6 años.
Signos y síntomas
Los signos y síntomas de las infecciones del tracto
urinario varían en función de la edad del niño y de la parte del tracto
urinario afectada. En los lactantes y niños pequeños, los síntomas pueden ser
muy generales. El niño puede parecer irritable, perder el apetito o vomitar. A
veces el único síntoma es una fiebre aparentemente inexplicable y persistente.
En los niños de más edad y en los adultos, los
signos y síntomas pueden indicar qué parte del tracto urinario está infectada.
En una infección de vejiga, el niño puede tener:
- dolor y sensación de escozor o quemazón al orinar
- mayor urgencia para orinar o micción más frecuente (a pesar de que en muchas ocasiones se elimina muy poca orina en cada micción)
- fiebre (aunque no siempre está presente)
- necesidad de levantarse frecuentemente por la noche para orinar· percances nocturnos consistentes en mojar la cama, aunque el niño ya haya aprendido a usar el váter
- dolor o molestias en la zona lumbar u abdominal, en el área de la vejiga (generalmente debajo del ombligo)
- orina maloliente que puede tener un aspecto turbio o contener sangre.
Muchos de estos síntomas también están presentes en
las infecciones de riñón, pero en estas últimas los niños a menudo parecen más
enfermos y es más probable que cursen con fiebre acompañada de tiriteras, dolor
en el costado o la espalda, fatiga intensa o vómitos.
Contagio
Las infecciones del tracto urinario de origen
bacteriano no son contagiosas.
Prevención
En los lactantes y niños de entre 1 y 3 años, el
hecho de cambiarles frecuentemente los pañales puede ayudar a prevenir la
proliferación de las bacterias que provocan las infecciones del tracto
urinario. Cuando los niños empiezan a utilizar el váter y a limpiarse solos, es
importante enseñarles buenos hábitos higiénicos. A las niñas se les debe
enseñar que, después de cada deposición, deben limpiarse con el papel higiénico
de delante hacia atrás -no de atrás hacia delante- para impedir que los
gérmenes procedentes del recto entren en la uretra. A los niños se les debe
enseñar a no aguantarse las ganas de orinar porque la orina que permanece en la
vejiga proporciona a las bacterias un campo de cultivo idóneo para proliferar.
Las niñas en edad escolar deberían evitar los baños
de burbujas y los jabones fuertes e irritantes, y también deberían llevar ropa
interior de algodón en vez de braguitas de nylon, porque el algodón no favorece
tanto la proliferación bacteriana. Otras formas de reducir el riesgo de
infecciones del tracto urinario incluyen beber suficiente líquido y evitar la
cafeína, que se ha descrito que irrita la vejiga.
Todo niño a quien le hayan diagnosticado reflujo
vesicoureteral deberá seguir el programa de medidas diseñado por el pediatra
como prevención de las infecciones del tracto urinario recurrentes.
Duración
La mayoría de las infecciones del tracto urinario
se curan en el plazo de una semana con el tratamiento médico adecuado. Las
recaídas son frecuentes en los niños que nacen con ciertas anomalías en el
tracto urinario, los niños que tienen problemas para vaciar la vejiga (como los
que nacen con espina bífida) o los que tienen unos hábitos higiénicos y de uso
del váter inadecuados.
Diagnóstico
Tras explorar a su hijo y preguntarle sobre los
síntomas que presenta, es posible que el pediatra recoja una muestra de orina
para determinar si contiene bacterias e identificar qué bacterias en concreto
están provocando la infección. La forma de recoger la muestra dependerá de la
edad del niño. En niños mayores, bastará con pedirles que orinen en un
recipiente estéril. A los niños más pequeños que todavía lleven pañales habrá
que colocarles una bolsa de plástico fijada con cinta adhesiva sobre los
genitales para recoger la orina. De todos modos, con este método la orina que
entre en contacto con la piel puede contaminarse con las mismas bacterias que
están provocando la infección, por lo que se suele preferir utilizar un
catéter. En estos casos, se introduce un tubito en la uretra hacia la vejiga
para obtener una muestra de orina "limpia".
La muestra de orina se puede utilizar para hacer un
análisis de orina (una prueba de evalúa la orina a nivel microscópico en busca
de gérmenes o pus) o a un cultivo de orina (en que se deja que proliferen las
bacterias en el laboratorio para poderlas identificar). El hecho de saber qué
bacterias en concreto han provocado la infección puede ayudar al pediatra a
elegir la mejor medicación para tratarla
.
Tratamiento
Las infecciones del tracto urinario se tratan con
antibióticos. El tipo de antibiótico utilizado y la duración del tratamiento
dependerán del tipo de bacterias que han provocado la infección y de lo grave
que sea esta. Tras varios días de tratamiento antibiótico, es posible que el
pediatra repita los análisis y/o cultivos de orina para confirmar que ya no hay
infección. Es importante asegurarse de que ha desaparecido la infección porque
una infección urinaria tratada de forma incompleta puede recurrir o extenderse
a otras áreas.
Los niños con cistitis simple se suelen tratar en
casa con antibióticos administrados por vía oral. De todos modos, los niños con
una infección más grave pueden requerir tratamiento hospitalario a base de
antibióticos inyectados o administrados por vía intravenosa. Un niño deberá ser
hospitalizado debido a una infección del tracto urinario si:
- tiene fiebre alta, parece muy enfermo o es probable que la infección haya afectado al riñón
- se trata de un lactante que todavía no ha cumplido los 6 meses
- las bacterias procedentes del tracto urinario se pueden haber extendido a la sangre
- está deshidratado (tiene un nivel de fluidos corporales inferior al normal) o está gvomitando y no puede ingerir líquidos o medicamentos por boca.
Revisado por: T. Ernesto Figueroa, MD
Fecha de la revisión: abril de 2009
Fecha de la revisión: abril de 2009